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San Juan, Argentina

Cómo saber si un cogollo es bueno

Determinar si un cogollo de cannabis es de buena calidad es una interrogante común entre los aficionados. 

Si cultivas tu propio cannabis, con el tiempo desarrollarás la habilidad de reconocer los frutos de tu esfuerzo. Sin embargo, cuando te encuentras con flores que no provienen de tu propio jardín, distinguir entre un buen cogollo y uno mediocre puede resultar un desafío para un ojo no entrenado.

Con el fin de facilitar este proceso, te ofrecemos una guía sencilla para desarrollar una destreza que todo amante del cannabis adquiere con dedicación y paciencia.

Cómo Reconocer la Calidad de un Cogollo:

1. Aroma:
El aroma que emana de las plantas de cannabis es una de las características más distintivas y apreciadas para evaluar la calidad de un cogollo. Más allá de ser un placer, el aroma contiene compuestos con diversas acciones en el organismo.

Un cogollo de calidad debería despedir un aroma notable, tanto al abrir el frasco como al manipularlo. Esto indica un curado apropiado y la preservación de las glándulas de resina, que producen no solo cannabinoides psicoactivos, sino también las sustancias aromáticas.

Exceptuando algunas variedades conocidas por producir olores similares al ajo o la orina de animales, las flores de marihuana deberían tener un aroma generalmente agradable, ocasionalmente penetrante, con matices reconocibles como tonos de madera, frutas o especias.

Un olor a amoníaco o humedad podría sugerir un secado y curado malo.

2. Aspecto:
Cuando examinamos el cogollo de cerca, prestar atención a su aspecto es crucial. ¿Es posible distinguir las diferentes partes de la flor? ¿Está cubierto abundantemente de resina?

Al observar detenidamente los tricomas con una lupa, podemos evaluar no solo su color y grado de maduración, sino también la delicadeza con la que se manipuló el cogollo.

Los tricomas glandulares llevan su nombre porque segregan minúsculas gotas de resina, y la facilidad con la que la cabeza se desprende del cuerpo del tricoma es indicativa de un manejo cuidadoso.

La presencia de tricomas «sin cabeza» en la superficie de la flor puede indicar maltrato, al igual que signos evidentes de manipulación, como el prensado.

Además, al examinar el aspecto, podemos detectar la presencia de mohos, hongos o plagas, así como evaluar la meticulosidad de la manicura.

3. Estructura:
Un cogollo está compuesto por una agrupación de flores individuales concentradas en los nudos y los extremos de crecimiento. Estas flores, a su vez, están formadas por el cáliz o bráctea y dos pistilos emergentes, comúnmente llamados «pelitos».

La estructura del cogollo permite evaluar diferentes aspectos, como su posible ascendencia genética. Por ejemplo, un cogollo con cálices grandes agrupados suele pertenecer a genéticas índicas o híbridos con estas variedades, mientras que un cogollo alargado se atribuye a genéticas de predominancia sativa.

Al observar la estructura, podemos inferir no solo la genética, sino también obtener información sobre su cultivo y su grado de maduración al ser cosechado.

4. Textura:
Evaluar la textura de un cogollo implica caracterizar la sensación al manipular la materia vegetal. Aunque suele relacionarse con características obtenidas durante el secado, como la humedad adecuada en el interior de la flor, también puede indicar cualidades de la genética o el cultivo, como la solidez o ligereza de las flores.

La textura ideal se experimenta al desarmar el cogollo para su uso: debe desgranarse con facilidad en partículas medianas, pero no llegar al punto en que se deshace en polvo al presionarlo.

5. Sabor:
El abanico de sabores del cannabis es tan diverso como sus aromas, siendo una característica fundamental para identificar buenos cogollos. El sabor debe ser claro y notable, sin sabores desagradables o metálicos que indiquen defectos en el cultivo, como el uso excesivo de nutrientes.

Un curado defectuoso también puede generar un sabor desagradable debido a la deficiente descomposición de la clorofila, manifestándose en sabores a humedad o amoníaco.

Para evaluar el sabor, no es necesario encender el cogollo; se puede apreciar incluso antes de prenderlo, ya sea con un porro o pipa debidamente limpia. Esta primera apreciación complementa la degustación completa que se obtiene al vaporizar todas las sustancias aromáticas mediante la aplicación de temperatura.

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